Texto escrito por Corina R. Pons en Poder 360º
A principios de octubre, Víctor Vargas, presidente
de la Asociación Bancaria, le advirtió al gobierno que el sector que
preside había llegado “a un punto en el cual no tiene, en algunos
rubros, a quien prestar más”. En menos de una semana el equipo
económico del presidente Hugo Chávez –Alí Rodríguez Araque, Nelson
Merentes y Jorge Giordani– le respondió. A coro le dijeron a los
banqueros que serían sus aliados en el nuevo paquetazo para reactivar
la economía. La banca y el gobierno tienen desde hace muchos años una
relación de amor y odio; de premio y castigo; de orden y negociación
que ha funcionado muy bien para ambos.
“En Venezuela no hay mejor negocio que un banco”, afirma Asdrúbal
Oliveros, director de la firma consultora Ecoanalítica. “Puede que
suene un poco cínico, pero cuánto vale saber en países como este que
nunca se perderá dinero con un negocio. Y eso sólo ocurre con los
bancos. Quiero decir que aquí no importa lo mal que se administre una
institución financiera, siempre el banquero tendrá al Banco Central de
Venezuela y al gobierno para que los auxilie, porque al fin y al cabo
hacen negocio con dinero que no es de ellos. Pero la ganancia sí lo
es”.
El tono de Oliveros no sorprende. A los banqueros siempre los han
tachado de avaros, de hombres sin alma, porque juegan con lo que los
economistas llaman el riesgo moral. Si les va mal como en la crisis
bancaria de 1994, o hace ya casi un año en Estados Unidos, el Estado
los ayuda porque están en juego los ahorros de los ciudadanos, de los
votantes. Pero aquí ese no es el punto.
La agudeza de Oliveros tiene otra causa. A los dueños de bancos se les
vigila más que a nadie porque en el país son una especie de rara avis.
Y suena lógico, si, tal como dice el analista, en la revolución
chavista, esa que ha puesto en jaque o sacado del mapa a más de un
empresario, no hay nadie que haya ganado más dinero que ellos. “No
exagero. El dueño de un banco grande en Venezuela se quedó el año
pasado con un poco más de 350 millones de dólares y yo pregunto: ¿En
qué otro sector se gana un millón de dólares por día?”
Se busca un banco
Este año Pedro Torres Ciliberto, el hijo de un polémico abogado, compró
en menos de dos meses Central Banco, Banco Real, Mibanco, Seguros
Premier y, al parecer, está detrás de Seguros La Previsora, Banpro y
Bolívar Banco; operaciones que en total alcanzan justamente casi los
350 millones de dólares. Ya él era socio de Baninvest, el banco de
inversión que impulsa Arné Chacón, hermano de Jesse Chacón, ministro de
Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias. ¿Qué pasa? ¿Cuál fue el
interés repentino por este negocio?
Pero ellos no fueron los únicos que entraron al supermercado
financiero. En medio del décimo año del gobierno, también se vendieron
Canarias, Bolívar, Banpro y Confederado a un mismo dueño: Ricardo
Fernández Barrueco, un empresario que saltó de la agroindustria para
coleccionar oficinas en las torres financieras de El Rosal. En poco
tiempo, el hombre conocido como el Rey de Mercal domina 5,1% del
negocio bancario en el país, lo que lo hace el banquero más grande
entre los medianos. Está muy satisfecho con este paso. Columnistas que
lo conocen aseguran que llegó a afirmar que de haber sabido “que los
bancos eran más rentables que vender comida se habría metido en este
negocio antes”.
Y entretanto, vinieron otros anuncios desde las casas de bolsa.
Mercosur compró participaciones Vencred, y con esto se convirtió en el
fondo Avanza que a su vez acaba de venderse. Mientras Gonzalo Tirado,
que venía de la casa de bolsa Univalores, compró Inverunión a Ignacio
Salvatierra, un banquero que heredó el negocio de su padre. Tirado
compró además Mi Casa, una de las dos entidades de ahorro y préstamo
que existen. La otra, Casa Propia, también se vendió hace menos de dos
meses a un pool de cuatro empresarios: César Cameo, José Antonio Cova,
Alfredo Anzola y Juan José Delgado.
Y la última noticia es que José María Nogueroles le vendió el Banco
Nacional de Crédito al ex dueño del Banco Real, Bernardo Velutini
Octavio.
¿Por qué tanto movimiento? En el sistema informático que revisa la
gerente de consultoría de Softline Consultores y profesora del IESA,
Mariainés Fernández, queda claro que ninguna de estas son grandes
operaciones financieras. Se trata de instituciones que dominan menos de
5% de participación en el mercado y según ella, el sistema bancario
venezolano no sólo es “chirriquitico” cuando se compara con otros de la
región, sino que deja en manos de 5 grandes instituciones 40% del
negocio, mientras otro 20% lo controla la banca pública desde junio de
este año, cuando el gobierno adquirió el Banco de Venezuela.
Eso es lo curioso. Que en medio de la negociación que Hugo Chávez
adornó con vítores de nacionalización y más advertencias para los
dueños de bancos, había gente apostando por el sector. “No se han
preguntado que tal vez los bancos que están comprando tienen una
rentabilidad muy buena. Yo creo que sí, revisa sus balances”, apuntó
Fernández, otra convencida de que el verdadero botín está en la banca.
La envidia del resto
Tarea hecha, en efecto, los números respaldan su tesis. La
Superintendencia de Bancos registró al cierre del primer semestre de
2009 que una sola institución financiera, Central Banco Universal,
llegó a ganar 89% de su patrimonio, lo que la hizo la más rentable (Ver
tabla). Es por cierto, una de las que se vendió este año pero no la
única que muestra cifras tan positivas. Son varios los nombres que en
los balances de Sudeban tienen índices de rentabilidad cercanos o
superiores al 50%. En promedio toda la banca universal rindió 25% sobre
patrimonio, en medio de la crisis internacional que arrastró a la banca
de inversión estadounidense y quebró a Islandia.
“Es verdad que hace algunos años la banca ganaba 60%. Pero hoy en día
ninguna empresa manufacturera obtiene beneficios cercanos al 25%. Y en
cambio, todavía las instituciones financieras, con todas las
dificultades que tienen, hacen buen dinero. ¿No tiene lógica entonces
venir a buscar una inversión rentable? Creo que la han encontrado”,
insiste Fernández.
Quizás estos nuevos inversionistas también hayan visto los informes del
Banco Interamericano de Desarrollo. En el año 2004, el BID calculó que
en promedio la ganancia del sistema financiero latinoamericano era de
15%. Pero los bancos venezolanos se quedaron con 60% ese año. Y si bien
la rentabilidad se ha ido reduciendo conforme a las nuevas regulaciones
que les impuso el gobierno, hoy la brecha frente a los pares de América
Latina todavía existe. En la región los bancos ganan 16%, mientras aquí
el último año se llevaron 30% el patrimonio en promedio.
“Si el banco está en rojo al adquirirlo, es muy probable que puedan
hacerlo rentable al poco tiempo”, acota Asdrúbal Oliveros. Y es que al
revisar las estadísticas de Sudeban, algunas instituciones que tienen
nuevo dueño no son tan rentables. Pero el economista no se angustia por
eso. Sabe que lo único que se necesita para redimensionar esos bancos
es músculo financiero y precisamente piensa que algunos de los
compradores de bancos tienen capital suficiente con el que emprender
esa tarea, gracias a los otros negocios que mantienen.
“Esta escena ya la vi en el pasado. Muchos grandes bancos tenían
conexiones con otras empresas. Eso sí, el regulador debe seguir estos
casos con cuidado y vigilar la eficiencia de las instituciones, porque
no se puede olvidar una parte de la película. Esa de la crisis bancaria
que se vivió en el año 1994 y que tuvo su epicentro en los problemas
que tenían las empresas de estos grandes holdings y en la decisión de
resolver la coyuntura utilizando a sus bancos”, advierte.
No olviden la pregunta. ¿Por qué tanto agite? ¿Es posible ganar tanto
dinero comprando varias instituciones pequeñas? La experiencia le
indica a Marinés Fernández que es mucho más fácil y económico comprar
un banco pequeño con los dos clientes que tiene, que salir a la calle a
pelear para conseguirlos. “La fusión a veces es la forma más barata de
crecer. Que lo diga Banesco, que se tragó a todas las entidades de
ahorro y préstamo y luego el Banco Unión para ser el más grande del
país. Muchos años más le habría tomado a bomba y pedal conseguir ese
objetivo”, apunta.
En este escenario, Fernández apuesta que en 2010 las compras
continuarán y a medida que la adrenalina se activa, las fusiones
también.
Una mano amiga
“Repito, la única manera como este gobierno acepta la banca privada es
si cumple su papel de intermediación crediticia y se une al gobierno
para el impulso y el desarrollo económico. No para que los banqueros se
vuelvan ricos y superricos”, advirtió Hugo Chávez hace apenas unos
días.
No es la primera vez que el Presidente amenaza al sector, y se irrita
en público por la plata que ganan. Y los banqueros se angustian cada
vez que lo hace, porque en muchos casos sus llamados a colaborar se
traducen en nuevas obligaciones legales, que impone a veces el
Parlamento, o en su mayoría Sudeban a través de nuevas resoluciones
cada vez que él toca el tema. “A la fecha puedo decir que el sector más
regulado por la revolución chavista ha sido el bancario”, afirma
Oliveros.
Los bancos están obligados a estimular la construcción de viviendas, a
financiar la agricultura, entregar microcréditos y también deben por
ley apoyar a la industria turística y manufacturera con un porcentaje
de créditos obligatorios al año y tasas de interés controladas. En
total ya el gobierno fija cuál será el destino de 37% de los préstamos,
mientras los diputados revisan desde hace tres años un nuevo proyecto
de ley para aumentar ese porcentaje.
“La banca es el mejor aliado del gobierno”, justifica Fernández.
“Porque si te pones a ver a través de las carteras dirigidas las
instituciones le hacen la mitad del trabajo al Estado”.
Pero cada vez hay mayores distorsiones y analistas como ella que
empiezan a preocuparse. Por ejemplo, el gobierno exige cobrar por una
parte de la cartera hipotecaria 4,67% de interés como máximo al
cliente, y a la par, ordena a los bancos que les paguen a los
ahorristas 16% como mínimo. ¿Cómo no pierden dinero? La única forma es
ganar toda la plata en los rubros menos regulados (créditos
comerciales, para vehículos o los financiamientos a las tarjetas de
crédito) para cubrir las pérdidas por el cobro de tasas preferenciales.
Promover que la gente tenga la plata en la cuenta corriente, el único
sitio donde no regulan las tasas de interés pasivas. Y por último,
invertir en títulos valores.
Tal vez Chávez tiene razón al enojarse. La cartera de créditos del
sistema financiero cayó en términos reales 8% en lo que va de año, y
mientras tanto, las inversiones en títulos valores aumentaron 35%. Eso
quiere decir, que los bancos apuestan por los bonos, porque ganan
dinero con ellos y no pagan impuestos; pero también indica que el
gobierno está emitiendo más papeles.
Quizás este dato sea más revelador. Las instituciones públicas que en
enero destinaban 46% de sus activos a la compra de papeles, al cierre
de agosto dedicaron 76% de sus inversiones a ese negocio financiero y
el resto quedó para los créditos.
Cuesta creer que los presidentes de bancos oficiales desacaten una
orden presidencial. Quizás tengan otra a la que Chávez anunció días
atrás, porque precisamente en el primer semestre de este año el
Ministerio del Poder Popular para las Finanzas colocó en la banca 8
millardos de dólares y en el segundo semestre Ecoanalítica proyecta que
venderán otros 9 millardos de dólares más en bonos. Fue la forma que
encontró Jorge Giordani, el jefe del gabinete económico, para paliar la
crisis petrolera sin generar ningún escándalo político y acertó. No le
reclaman semejante endeudamiento, a pesar que la cifra de 17 mil
millones de dólares es astronómica si se toma en cuenta que en 10 años
toda la deuda que contrajo el gobierno bolivariano no superó los 14 mil
millones de dólares.
“El Estado es hoy el agente más dinámico del sistema financiero”, dice
Oliveros. No sólo porque es un colocador de dinero (los depósitos del
sector oficial en la banca llegan a 18 millardos de dólares, casi la
mitad de las reservas), sino porque actualmente es su principal cliente
a través de las colocaciones de bonos y por si fuera poco, su regulador.
En este escenario, a Oliveros no le extraña que surjan nuevos banqueros
alrededor de los negocios del Estado, que esa nueva camada respalde las
medidas de Chávez y viceversa. Lo insólito sería enemistarse. Menos
ahora que el gobierno no quiere reducir su nivel de vida, aunque
todavía tiene recortada su renta petrolera, y anuncia que seguirá
financiándose con la tarjeta de crédito, que en su caso son las
emisiones de bonos, el año entrante.
Ecoanalítica calcula que el gobierno volverá a endeudarse por casi la
misma cantidad en 2010 y los banqueros saben que con estas operaciones
no corren ningún riesgo; ya que si por casualidad el gobierno extiende
los plazos para devolver el dinero prestado, el Banco Central de
Venezuela está dispuesto a auxiliarlos en caso de iliquidez y Sudeban
no los castigará por ello.
Así las cosas, hay mejores noticia para los recién llegados al sistema
financiero. Los llamados negocios conexos. Por ejemplo, ellos pueden
tener posiciones en moneda extranjera, algo impensable para las otras
empresas que operan dentro de las fronteras del control de cambio que
se impone en Venezuela desde 2003. Y Oliveros asegura que Nelson
Merentes está pensando desde el BCV volver a otorgarle a los bancos más
de las polémicas notas estructuradas, que los bancos compraron con
desesperación hasta hace un año para ahorrar en divisas. La idea de
Merentes es mantener a raya el dólar permuta de esta forma. “Y ya vimos
que eso no es peligroso si el Estado los protege”, dijo un asesor
financiero. “¿Ahora te parece caro comprar un banco?”, dejó la duda
Fernández al terminar la entrevista...